Capítulo 3
Soledad
MARLEN
El recorrido desde el cementerio hasta
nuestra casa, mi casa, se hizo eterno. Y lo agradecí. No quería llegar.
Me limpiaba las lágrimas tan pronto
como aparecían. Tenía la vista perdida y no me di cuenta que ya habíamos
llegado hasta que sentí cómo Peter detuvo el motor del auto. Él se mantuvo en
silencio, mirándome. Yo no soportaba la forma en la que todo el mundo me
miraba.
Y detesté cada palabra que venía
acompañada de abrazos que nunca antes había recibido. Yo no quería estar con
ellos, yo solo quería estar con John.
Vi a tanta gente que me sonrió pero no
podía recordar a ninguno. Compañeros de trabajo, amigos de infancia, familiares
que estoy segura mi esposo nunca conoció y otras tantas instituciones de gobierno
asociadas a su trabajo.
«Lo
siento tanto», «Era tan joven», «Para lo que necesites...»
Eran las tres frases que se repetían
una y otra vez. Ahora entiendo que en esos momentos es mejor no decir nada.
El único abrazo sincero que recibí fue
el de Peter. Y es que era el único que sabía lo realmente importante que John
era para mí. El único que conocía el sonido de su risa, esa que extrañaré
tanto. El único que podía comprender cuánto había perdido.
―Hemos llegado. ―Peter tomó mis manos,
las cuales removía inquietas aferradas a un pañuelo desechable―. Vamos.
―No ―solicité negando con la cabeza.
Me tomé unos minutos. Y él esperó
paciente.
―Vete a tu casa. ―Lo miré por primera
vez―. Quiero hacerlo sola.
Noté la preocupación en los ojos de
Peter, pero no iba a permitirme decaer. No delante de él. Quería estar sola, en
realidad sí quería estar con alguien, pero él ya no estaba.
Suspiré y volví a insistir.
―Sola, Peter.
―No es necesario que lo hagas sola,
Marlen. Por ti y por los niños...
―Quiero hacerlo sola, el que me acompañes
no lo trae de vuelta. ―Soné dura, en realidad lo fui. Y los ojos de Peter me lo
confirmaron cuando vi un atisbo de tristeza. No quería que me trataran como una
persona que no podía ni sabía cómo dirigir su vida. Aunque la verdad ni yo
tenía la menor idea de cómo iba a construir un nuevo mundo sin John. Y entonces,
miré mi vientre.
―Lo sé, Marlen. Solo quiero
acompañarte, no quiero que te.... ―Lo interrumpí en el acto.
―No haré nada que atente contra mí o
los niños, si es lo que intentas decir ―susurré―. Solo quiero entrar a mi casa,
a esa que está tan llena de John, como vacía de él.
Al parecer él había comprendido que
necesitaba soledad.
―Está bien... ―Asintió pero estoy
segura que le costó decirlo.
Bajé del auto y me quedé esperando a
que se marchara, lo vi desaparecer. Cerré los ojos. No me quería dar vuelta, no
quería caminar hacia los recuerdos. Pero lo hice, me giré conteniendo las
lágrimas.
«Él
no debió haber muerto», me repetía una y otra vez mientras recorría el
camino que mi esposo no alcanzó a realizar. Y cuando llegué a la puerta, puse
las llaves y... ¡Dios, era tan difícil! Giré dos veces mi muñeca y el clic de
la cerradura y la posterior apertura de la puerta, fue el indicio de que se
avecinaba otro golpe.
No había entrado a casa desde que
había salido a comprar para la cena que tendríamos John y yo por su bienvenida.
No quise volver, no tenía las fuerzas para enfrentarme a lo que allí
encontraría. Dormí dos días en un hotel y me compré algunas ropas, todas
negras. Porque no tenía, jamás usaba el negro desde que había conocido a John. «Es deprimente», él decía siempre.
Inconscientemente al recordarlo sonreí sin ganas. Tenía razón, era deprimente
pero no podría haber llevado puesto ningún otro color, cualquier color
demostraría felicidad y yo precisamente la había perdido.
Cuando la puerta se abrió
completamente, encontré lo que había dejado hace cinco días.
Globos, muchos y casi desinflados. Un
cartel gigante con letras recortadas que decían:
«Bienvenido, mi amor».
Cerré los ojos fuertemente e imaginé
su cara al verlo. Ya no volvería a ver su cara. Ni escucharía su voz, ni mis
labios iban a volver a sentir los suyos.
Dejé en el piso el bolso que había
usado para guardar todas mis cosas personales mientras estuve fuera y caminé
temblorosa por el salón.
En cada paso me tropecé con todo lo
que guardaba de él. Fotografías, discos preferidos; todo intacto y polvoriento.
Todo estaba allí, todo seguía ahí, menos él.
No iba a ser fácil. Aunque lo buscara
en cada rincón de la casa, no lo iba a encontrar. Aunque en mi mente reviviera
cada recuerdo de lo que fuimos, cada uno de esos pequeños detalles que hoy
extrañaba y me dolían, él no volvería.
Llegué hasta la escalera y me apoyé en
el muro para sentarme. Acaricié mi barriga y miré todo a mi alrededor.
Allí estaba John. Podía verlo reparar
la ampolleta que se quemó hace tres meses. Podía verlo cocinando mientras
cantaba y sentir los aromas de lo que estaba preparando. Podía verlo en la sala
mirando la televisión concentrado y esquivando mi figura que le reclamaba
delante de la pantalla porque había dejado la tapa del inodoro abierta. Lo veía
cenando con su copa de vino. Lo veía con el ceño fruncido mientras leía un
libro sobre turismo. Lo veía planeando nuestras vacaciones. Lo veía. Lo veía en
todos lados. Cerré los ojos, una y otra vez hasta que ya no aguanté más y me
eché a llorar.
―Te voy a necesitar tanto, John. Me
harás mucha falta. ¿Qué le voy a decir a los niños?
Cuando estuve más calmada, detuve mi
mirada en la alianza de matrimonio que llevaba en mi mano. Con un pulgar la
acaricié y respiré hondo. La tristeza me oprimía el pecho y las lágrimas,
silenciosas, amenazaban por aventarse mejillas abajo.
Deslicé la sortija lentamente y
observé lo que llevaba inscrito:
«HQLMNS»
Esas siglas en ese momento tenían más
sentido que nunca. «Hasta que la muerte nos separe». La muerte me había
arrebatado a John. Y con la partida de él, también se fue parte de mí.
«Y te dejó parte de él», me recordé.
Volví a colocar la unión en su lugar.
Seguía unida a él, para siempre y más allá de que él se hubiese convertido en
recuerdos.
Ascendí por las escaleras. En el segundo
piso había dos habitaciones y un baño. La primera era de invitados y la segunda
era nuestra. Quedé en medio de ambas. Inhalé sutilmente hasta que mis piernas
respondieron solas y entraron al lugar donde John y yo nos habíamos amado
tantas noches.
Estaba igual cómo lo había dejado.
Velas que nunca lograron ser encendidas. Una caja de chocolates, las preferidas
de John, sobre la cama, y un suéter de él que usaba para dormir, esparcido
sobre una silla muy cerca de la puerta.
Acaricié lentamente la prenda de ropa,
la tome y me la llevé inconscientemente a la nariz. Su olor había desaparecido
hace mucho antes, se mezclaba con mi perfume, pero yo quería encontrar restos
de él.
Entonces recordé que en algún cajón
había una botella, casi vacía, de su perfume. Doblé el suéter y lo volví a
poner en sus sitio, antes de acercarme rápido a uno de los muebles de la
habitación. Abrí y cerré compartimientos de forma desesperada.
―¿Dónde está? Sé que está… ―Revolví
todo. Tiré ropas, cajitas de joyas y lo encontré.
Me senté en la cama, casi en cámara lenta
mientras me aferraba a esa pequeña botella de calvin Klein. Cerré los ojos y me empapé de ese aroma que me
aliviaba.
Estaba agotada, cansada y deseando
despertar de esa pesadilla.
El mundo se había detenido, para mí
por lo menos. Todo iba a ser muy diferente sin John.
Me recosté en la cama con la botella
aún aferrada a mis manos y lo último que vi antes de dormirme, fue nuestra
fotografía de bodas que me sonreía desde la mesita de luz.
Sentí el teléfono sonar de fondo.
Estaba tan dormida que estiré mi mano hacia el costado en el cual dormía John y
le pedí entre sueños:
―Contesta tú, mi amor…
Mi mano chocó con la caja de
chocolates y supe, que John jamás volvería a dormir a mi lado.
Gracias Vale me encanta como describes los sentimientos de Marlene los haces sentir tan reales, espero el proximo capítulo para saber como va a seguir adelante
ResponderEliminarGracias, Ale!! <3 Hasta el próximo capítulo... a ver qué nos contarán <3
EliminarQué bello y tristísimo capítulo. Cuánto amor. Me muero de ansiedad...que sigue !!!!
ResponderEliminarMe alegra que disfrutaras del capítulo. Mil gracias :) Veamos, qué sucede <3
EliminarDios!!!!! Sentí línea a línea toda la tristeza de Marlene 😔!!! La canción es perfecta para esta escena.
ResponderEliminarBesiiitooos!!! Marlen ha sufrido mucho en este capítulo :(
EliminarFelicitaciones Valeria,me encanta leerte porque me llegas con tus palabras...Espero ya el próximo!!!
ResponderEliminarGracias, Vivianaaa <3 Un placer llegar a ti :)
EliminarSiempre me haces llorar son tan bellos y reales esos sentimientos por favor sigue es hermosa la historia Bss
ResponderEliminar¡Qué alegría que te gustara! <3 Besooos y gracias por leer
EliminarExcelente Capitulo ... Cada Vez Te Superas Mas Valeria...Trámites Los Sentimientos Con Tanta Facilidad Que Nos Dejas La Piel De Gallina....
ResponderEliminarMil gracias por leerlo <3 <3 <3
EliminarTengo los nervios a flor de piel,con tantos y tan bonitos sentimientos.
ResponderEliminarFeliz de que pudieras sentir lo que ha sentido Marlen!!!
EliminarMe costo mucho.... Un beso mi val :*
ResponderEliminarOh, yo sé <3
EliminarMe costo mucho.... Un beso mi val :*
ResponderEliminarK real guapa...como lo describes de bien y que triste a la vez....cuesta contener las lagrimas...besotes
ResponderEliminarQué lindo que te emocione, gracias!!!
ResponderEliminarModo Corazón Apachurrado... Que bonito escribes Valeria. Con cada palabra me secuestras en los sentimientos que expresas en cada una de ellas. Te felicito....
ResponderEliminarMuchas gracias por permitirme hacerlo. Feliz de que te guste <3
EliminarValeria es la primera vez que leo algo de vos. Me encantó la historia es triste pero tan real la manera de contar. Los pensamientos y sentimientos de Marlene espero con ansias como sigue. Contame como es el sistema de esta historia.cada cuanto son los capítulos ya que vuelvo a decirte que es la primera vez. Te felicito cariños
ResponderEliminarQuerida Alba:
EliminarAgradezco que le dieras la oportunidad a esta historia.
Te comento que no tengo nada planeado para la historia, prácticamente la escribo tal cual aparece en mi mente en el mismo instante que mis dedos tocan el teclado. Cada sábado, publico un capítulo nuevo.
Espero te sigan gustando los próximos. Gracias <3
Un gusto leerte. Llegué acá por la columna de Adelfa Martín. Me quedaré leyendo y te sigo. Te invito a visitar mi blog www.mirincon-poetico.blogspot. com
ResponderEliminarUn beso
Muchas gracias, Liz! Un placer que me leas :)
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