viernes, 29 de mayo de 2015

Capítulo 5: Ya los he visto



Capítulo 5
Ya los he visto



Desde aquella llamada que había vuelto a poner su mundo de cabezas, casi obligándola a comenzar de cero, habían pasado algunos meses. Y no se había acercado a la inmobiliaria. No se sentía capaz en lo absoluto, sin embargo, ya no podía dilatarlo más.
Esa mañana, Marlen despertó un tanto agitada. La barriga le estaba trayendo dificultades. Estaba pronta a cumplir ocho meses, los últimos y más complicados. Necesitaba tranquilidad, y no la tenía. Precisaba comenzar con las compras que había postergado y que ya eran inevitables. El parto podría ser en cualquier momento y ella había congelado su vida; mas no el crecimiento de sus hijos.
―Peter, disculpa que te moleste… pero es que necesito ir a la inmobiliaria ―dijo aferrada al auricular.
Peter durante el último tiempo se había alejado un poco. Marlen se había cerrado demasiado y si antes se veían todos los días, desde que había fallecido John, tan solo compartían dos o tres veces por semana. Marlen intentaba molestarlo lo menos posible, porque era consciente de que su amigo tenía que seguir viviendo, y ella no quería que Peter se sintiera responsable de ella y el embarazo. No era su compromiso, no tenía por qué hacerlo ni sentirse obligado a hacerlo.
―No te preocupes, ¿voy por ti? ―No estaba obligado, pero siempre estaba dispuesto. ¿Qué más le había hecho prometer John?
―Sí… ―susurró aferrada al teléfono. Hubo un silencio, uno largo, hasta que él volvió a hablar.
―Marlen, puedes contar conmigo… para lo que sea y cuando sea.
Otro silencio más. Solo se escuchaban las respiraciones de ambos, hasta que Marlen rompió el incómodo momento con su voz.
―Peter…
―Aquí estoy, aquí he estado siempre, Marlen.
―Gracias.
Y Colgó. Peter quedó unos segundos escuchando el sonido agudo que indicaba que Marlen ya no estaba en línea.

Se estaba terminando de abrigar, costándole un montón abrochar su chaqueta por el embarazo, cuando tocaron el timbre. Al abrir la puerta, se encontró a Peter, sonriendo como siempre.
―Hola. ―Tomó sus llaves, una carpeta y su cartera desde una mesita y luego besó la mejilla de Peter.
―¿Todo bien? ―preguntó él a la vez que le abría la puerta del auto. Marlen solo asintió.
Su concepto de «bien» había variado tanto desde que John no vivía. Bien estaba porque sus bebés lo estaban. Bien estaba porque ahora dormía una hora más. Bien estaba porque la casa, aunque seguía pareciéndole vacía sin John, ya no era un recordatorio doloroso. Bien… bien era una palabra subjetiva, una que casi no recordaba, sin embargo, era un estado al que se aferraba por sus bebés.
―¿Dónde vamos? ―inquirió a la vez que se colocaba el cinturón.
―Inmobiliaria Cortés, creo que no queda muy lejos… ―Marlen abrió el expediente que había descubierto en uno de los cajones de John, en el cual se detallaba solo el contacto de la persona con quien estaba tratando la compra del inmueble y un código.
Había sido todo un misterio, ya que John no quiso involucrarla mucho. Le preguntó de gustos, pero él se hizo cargo de absolutamente todo.
―Sí, queda a unas cuadras de aquí, y debo contactarme con Lorena… ―Intentó descifrar la letra de su esposo. Sonrió, siempre había sido difícil hacerlo. Dejó de mirar el documento y sus ojos solo vieron recuerdos. John, otra vez John… Siempre John.
―¿Me estás escuchando? ―Peter le rozó el hombro y ella se sobresaltó.
―Perdón, me perdí por un momento. ―La voz de Marlen siempre sonaba tan apagada y sin vida. Y sus ojos, sus ojos ya no reflejaban nada. Quizás lo único vivo que quedaba en ella eran esos dos corazones latiendo en su vientre.
―Te decía que conozco el lugar. ―Peter le sonrió, para ver si así lograba algún gesto afable de Marlen. Ella devolvió la mueca, pero no había luz, ella ya no vivía, sobrevivía.
Entraron a la inmobiliaria y una señorita, con una credencial en la cual se indicaba su nombre, los atendió.
―Muy buenos días, ¿en qué puedo ayudarles? ¿Alguna casa o departamento que les interese?
Marlen la miró un instante, incómoda porque creyera que ella y Peter eran…
―Hola, Lorena… Vengo porque con mi esposo compramos una casa. ―La ejecutiva sonrió y los hizo pasar a una oficina que estaba rodeada de maquetas.
―Bueno, ¿cuál es su apellido? ―Miró a Peter y Marlen se volvió a tensar.
―No, no… él no es…
―Hamilton, el apellido de su esposo es Hamilton ―aportó Peter. Al escuchar el apellido, Lorena entristeció la mirada. «Oh, no… no la mires así, por favor», rogó Peter en silencio, quien conocía a Marlen.
Precisamente aquel gesto le había molestado, cerró los ojos, suspiró y clavó nuevamente la mirada en Lorena.
―Yo… ―Marlen abrió la carpeta y se la entregó―. Yo encontré esto, hay un código y su nombre. Hace unos meses me llamaron para avisarme que ya estaba lista la entrega de la casa.
―Deme un segundo. ―Lorena tecleó tan rápido como pudo el código de compra. Y un mapa en el ordenador se movilizó desde Boston hasta Chile―. Así es. Puede hacer uso de ella cuando quiera.
―Perfecto… Los niños están por nacer y necesito más espacio… Deberé contratar una persona que me ayude y… ―Se dio cuenta que estaba pensando en voz alta y decidió callar.
Peter la mirada asombrado. Había vuelto a planificar, a pensar en futuro y no pudo más que sonreír y estrechar su mano con cariño.
―En cuanto usted diga, hago el contacto con la sucursal de Chile y estará habilitada para usted.
Al escuchar el país que Lorena mencionaba, tanto Peter como Marlen se miraron con pavor.
―Tiene que ser un error ―susurró nerviosa―. Yo no conozco ese país…
―Su esposo llamó poco antes de… lo sucedido. Yo misma atendí su llamado y fue quien pidió, por motivos de trabajo, trasladar la compra hasta ese país. Era una sorpresa… ―Marlen frunció el entrecejo. Recordó que aún guardaba en su cartera el documento que abalaba su ascenso. Lo buscó y lo encontró, al abrirlo, descubrió una nota que era casi ilegible.
«La empresa se reserva el derecho a trasladarlo a cualquier zona en la cual ésta posea sede en Latinoamérica.
Lugares posibles: Chile, Argentina, Brasil»
Bajó la carta y el nerviosismo se apoderó de ella.
―Pero yo… Yo no puedo. ―Miró a Peter intentando encontrar respuestas que no existían.
¿Al fin del mundo?
―Si gusta podemos hacer el cambio…
Meditó unos segundos. Tantos que sus pulsaciones se elevaron y lo que prosiguió, quitó toda probabilidad de tomar una decisión respecto al tema.
Agua, mucha agua corría entre sus piernas. Inspiró y soltó cuantas veces pudo, tal y como le habían enseñado, mientras el dolor de las contracciones se hacía insoportable conforme avanzaban los minutos.
―¡Una ambulancia! ―gritó Lorena.
Unos curiosos se acercaron, mientras Peter mantenía su mano aferrada a la de Marlen. Estaba asustada. La ambulancia tardó pocos minutos en llegar y se la llevó hasta la clínica. Allí la esperaba su equipo médico.
Peter se movía inquieto en la sala de espera mientras el médico obstetra daba su evaluación preliminar.
―Ya es el momento, Marlen. Los niños están prontos a nacer.
―Pe… Pero aún no es tiempo. ―Tenía tanto miedo. Allí en su vientre sus hijos estaban protegidos, pero una vez lejos de su interior, ¿podría mantenerlos a salvo?
―Marlen, escúchame. ―Tomó su mano y la miró a los ojos―. Ya están preparados para salir, sé que estás aterrada, pero todo saldrá bien. Confía en mí, pequeña.
Él era un hombre bastante mayor y paternal, besó la frente de su paciente y el gesto fue tan tierno que por minutos creyó estar tratando con una de sus hijas.
Secó con cuidado las lágrimas de la mujer y preguntó:
―¿Quieres que llame a alguien para que entre a la sala de parto? ¿Alguna amiga? ―Marlen negó con la cabeza.
John debería estar ahí, cogiendo de su mano y secando sus lágrimas, pero no estaba. ¡Y eso le hacía enojar tanto! John debería estar preparándose para recibir a sus hijos y cortarles el cordón umbilical, pero no estaba. No vendría, nunca más. Nunca vería cómo ellos nacerían.
Sola, prefería recibirlos sola. Peter era un amigo de la familia, mas no podía dejarlo entrar. Ese momento sagrado solo iba a ser compartido con John, y si ahora él no estaba físicamente, Marlen rogaba para que desde donde quiera que estuviese, permaneciera aferrado a su mano. Que no la dejara sola en ese momento que lo necesitaba tanto.
Peter vio cómo el doctor salía de la habitación en la que preparaban a Marlen y preguntó:
―Doctor… ¿ellos estarán bien?
―Sí, tranquilo. Pronto iniciaremos el trabajo de parto, va a salir bien.
―Gracias.
Quiso preguntar si quizás podría él pasar… ¿Pero qué estaba diciendo? No. Él esperaría hasta que ella decidiera que podía entrar a esa burbuja que muy pronto compondrían Marlen y los niños.
Una hora duró el trabajo de parto hasta que se escuchó el sonido inconfundible del primer llanto de uno de sus hijos. Marlen había estado pujando y ya casi estaba sin fuerzas, sin embargo en cuanto lo escuchó, sus lágrimas se mezclaron con una sonora sonrisa.
―Mi… mi hijo. ―Exclamó contenta, realmente se sentía feliz y por primera vez no se sintió culpable por ello, pues sabía que John también hubiese compartido esa alegría.
―¿Cómo lo llamaremos, Marlen? ―preguntó el doctor mientras se lo pasaba a la enfermera, quien se lo acercó. Ella lo miró unos segundos y entre sollozos entregó el nombre de su padre.
―Mark… él es Mark. ―Besó su coronilla y lo saludó, en cuanto el niño escuchó la voz de su madre, la calma llegó a sus oídos y el silencio se apoderó de la sala―. Mi vida… eres mi vida…
Muy pronto lo alejaron, porque ya comenzaba una nueva contracción. Venía el segundo, pero estaba costando trabajo.
―Vamos, Marlen… un esfuerzo más que tú puedes. ―Eran las palabras del médico, sin embargo, una segunda voz se unió a la petición.
―Vamos, cariño. Una vez más que nuestro John quiere mirarte. Será igual a mí, ya los he visto.
No estaba loca, lo había escuchado muy claro, pero el dolor de una contracción no le permitió seguir analizando lo sucedido. Pujó con todas sus fuerzas y entonces, otro grito retumbó en la habitación. Contagiando también a su hermanito.
―¿Y este bebé se llamará…? ―El médico estaba pronto a cortar el cordón umbilical cuando Marlen, en un sonido suave, pronunció el nombre de su esposo.
―John.
Le pasaron al niño un momento, ella volvió a sonreír de manera nerviosa y lo saludó:
―Hola, John… ―Lo besó y éste se movió en su regazo, buscando calor. Lo alejaron y ella, cansada por el parto, se rindió ante un sueño que la condujo a rememorar lo vivido en el minuto previo al nacimiento de John, uno de sus hijos.
«Será igual a mí, ya los he visto».



29 comentarios:

  1. Val cada día te superas sabes que esta historia me tiene completamente atrapada no puedo parar de leerte que mal que solo sea los sábados a ver cuando nos das noticias y lo públicas completito un beso enorme.
    Yube!

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    1. Muchas gracias por leerlo!!!
      Uyyy es que lo escribo y lo publico al mismo tiempo... No tengo más capítulos :)
      Beso grandeee

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  2. Val cada día te superas sabes que esta historia me tiene completamente atrapada no puedo parar de leerte que mal que solo sea los sábados a ver cuando nos das noticias y lo públicas completito un beso enorme.
    Yube!

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  3. Val cada día te superas sabes que esta historia me tiene completamente atrapada no puedo parar de leerte que mal que solo sea los sábados a ver cuando nos das noticias y lo públicas completito un beso enorme.
    Yube!

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  4. Lindo mi John... siempre estará ahí, me encantó Vale, muy lindo capi besos!!!!

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  5. Vida vida vida llegó vida a la vida de Marlen....dos preciosos motivos por los cuales seguir adelante....hermoso y quiero más...

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  6. Vale, por suerte tenía a mano un pañuelito... avisa antes. Cada capítulo nos mostras a esta mujer luchadora, Marlen, que a pesar de lo peor que le pasó, debe salir adelante, por sus hijos. Y no quiero imaginarme mas.
    Pd: que se acerque un poco a Peter, él también perdió a su amigo del alma.

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  7. Vale que lindo!! Tierno cada vez, ahora con los niños...pero se nos hace muy cortito!!!

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  8. Oh no tan cortito me emocioné mucho me encanta vale muy lindo

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  9. Vale me encanto como siempre, ¡Gracias! <3

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  10. valeria cada vez te superas , los sentimientos que me hace sentir tus palabras en esta historia es emocionante . gracias por escribir de esta manera tocando nuestro sentimientos eso habla muy de ti

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    1. Es tan lindo conocer sus comentarios!!! Gracias por seguir esta historia, Yesebeth

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  11. Lindo y emotivo....pero pensé que Peter entraria o estarian mas cerca....que nos deparará esta amistad????? Ya quiero saber todo....

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  12. Muy emotivo....especial este momemto... el nacimiento de los gemelo...... un aliciente mas para Marlen

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    1. Muy linda reseña se merece leerlo vompleto. Me drjo inquieta quiero leerlo complrtl

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    2. Gracias por leerlo Maria. No es una reseña, es un capítulo. "Adiós, John" es la historia que publico semanalmente. Actualmente, ya he publicado cinco capítulos. Besos.

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  13. Sin duda los sentimientos reales de un nacimiento plasmados en esta historia. Perfecto. Emoción Mil...

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