lunes, 8 de junio de 2015

Capítulo 6: Una sonrisa culpable






Capítulo 6
Una sonrisa culpable



Aún no era medio día cuando el llanto de un bebé la despertó de su sueño. Aún no se acostumbraba a que ellos ya no estaban en su vientre y que ahora podía verlos, tocarlos y escucharlos.
Al abrir sus ojos, encontró algunas flores y globos en la habitación y, al lado de su camilla, dos cunas en las que dormían los pequeños John y Mark.
Se levantó con cautela, y acunó entre sus brazos a Mark quien lloraba desconsolado en busca de comida.
―Hey, comilón, ya estoy aquí… ―susurraba para no despertar al otro gemelo.
Después de que Mark volvió a dormirse, le tocó el turno de reclamar comida a John. Marlen, con el mismo amor, le entregó lo que con tanto ahínco pedía y luego de algunos minutos, lo dejó durmiendo en su cuna.
Consultó la hora en el reloj de pared y se dio cuenta de que estaba atrasada. En media hora le darían el alta y Peter, pasaría a recogerla.
Intentó ducharse de la misma forma que lo hacía antes de que nacieran los bebés, sin embargo debió acortar los tiempos. Sus hijos la requerían y ella aún ni siquiera se terminaba de lavar el cabello.
Suspiró. Muchas cosas cambiarían, su vida desde un tiempo a esta parte había cambiado constantemente. Y estaba agotada.
Se envolvió en una toalla y acarició la barriga de ambos niños.
―Ya estoy aquí… Dejen que mamá se vista.
No dejaron de llorar y Marlen poco a poco se desesperaba. Se vistió con lo primero que encontró e intentó calmar a los gemelos.
Tomaba a John, y quiso a la vez tomar a Mark, pero los brazos parecían no alcanzarle. No quería tomar a uno solo, se sentía mal dejando al otro sufriendo.
―¿Te ayudo? ―Peter se acercó, sacó de sus brazos a John y lo calmó en su regazo.
―Peter… ―Lo miró y sonrió―. Gracias… es que estoy… acostumbrándome.
El pequeño Mark se aferró a su madre y el olor que ella desprendía, lo tranquilizó por completo.
―Vas a necesitar ayuda, Marlen.
―Sí, lo sé… pero es que aún no encuentro a nadie confiable. ―Tomó uno de los bolsos y se lo colgó al hombro. Peter hizo lo mismo y ambos salieron hacia los estacionamientos.
―¿Cómo los llevaremos? ―preguntó asustada al ver que no tenían sillas para auto. Y que ahora no contaba con los brazos de Peter ya que él debía manejar.
―Umm… ―Se pasó la mano por la nuca, intentando buscar la manera―. ¿Tienes sillas de auto en tu casa?
Marlen negó con la cabeza. Se sentía una mala madre, no tenía ni la menor idea de lo que era lo básico que necesitaba un bebé y ella tenía dos, ¿cómo se supone que los protegería?
Peter, quien aún cargaba al pequeño John, se dirigió a la recepción de la clínica. Allí, les facilitaron en préstamo, dos sillas de auto para bebés. No era la primera vez que se veían enfrentados a estos casos y mantenían algunas de emergencia.
―¿Me podría hacer un favor? ―pidió al encargado de entregarle las sillas.
―Dígame, señor.
―¿Podría instalarme las sillas o sostenerme al bebé para hacerlo yo?
―No se preocupe, el auxiliar de mantención se encargará de las sillas. ―Peter respiró aliviado y el hombre sonrió al ver la desesperación del padre. «De seguro es primerizo», pensó―. Señor, ya se acostumbrará, a todos nos pasa cuando somos padres por primera vez.
―Oh… No, no, no… yo no soy… Son los hijos de mis amigos. ―Sonrió para luego caminar acompañado del auxiliar hasta el auto.
Encontró a Marlen contemplando a Mark. La vio tan serena, que hubiese querido no interrumpir, pero ella pareció advertir su presencia y giró para mirarlo, en cuanto lo hizo, sonrió al ver que Peter había encontrado solución.
―Muchas gracias.

Llegar a casa tampoco fue fácil. Debían acomodar a los bebés, pero no había comprado nada.
―Bien… por el momento creo que tendrán que dormir conmigo.
―Si quieres… puedo ir a alguna tienda y… ―intentó Peter.
―Oh, no… No te preocupes. Ya me las arreglaré. Muchas gracias, Peter. No sé qué hubiese hecho yo sola. ―Tomó sus manos y el contacto, a ambos, les pareció… acogedor.
―Quieres… ¿quedarte a almorzar? ―sugirió para agradecerle tantas molestias tomadas.
―Claro. Yo cocino, tú intenta descansar ahora que están durmiendo.
Sí, necesitaba descansar y mucho pero no quería abusar de la voluntad de Peter.
―No, por favor… Ya has hecho bastante por mí.
―En serio no me molesta, Marlen. ―Volvió a estrecharle la mano. Ella se quedó mirando aquella unión y no le pareció correcta.
―Yo… puedo hacerlo. ―Miró los ojos de Peter. ¿Qué era aquello que él quería decir y no se atrevía? Sabía que algo intentaba decir con esa mirada.
―Debes dejar que te ayuden. Déjame hacerlo, por favor.
Ella solo asintió con la cabeza y retrocedió algunos pasos hasta que sus dedos dejaron de rozarse. Giró y corrió escaleras arriba.
Se perdió mirando a sus bebés, su motor. Entonces, quiso que allí estuviera John. Un recuerdo llevó a otro y se encontró reviviendo esa voz que la alentaba durante el parto. ¿Se lo habría imaginado? Había sonado tan real, que deseó, aunque la tildaran de loca, que así hubiese sido. Que alguna fuerza sobrehumana le permitiera contactarse con él cada vez que lo necesitara. Porque lo necesitaría siempre, en la crianza de los niños y en ese momento en el que titubeaba si lo correcto era recibir la ayuda de Peter y todo lo que eso implicaba.

Despertó porque otra vez uno de sus hijos la necesitaba. Le pareció haber cerrado recién los ojos cuando ya debía abrirlos nuevamente.
Los dejó a ambos mudados y bajó para encontrarse a Peter terminando de cocinar.
―¿Cuánto he dormido? ―preguntó asomándose por la cocina.
―Umm… no más de media hora. ¿Cómo están ellos?
―Durmiendo por mamá. ―Sonrió y se sentó en la mesa del desayuno―. Huele bien, ¿qué es?
―Pastas con salsa de champiñones.
Almorzaron de forma relajada. Hablaban fácilmente de cualquier tema y sin que llegaran silencios incómodos. Hablaron de las compras que debía hacer ella y de las cuales haría acompañada de Peter, quien otra vez le ofrecía su ayuda. Hablaron también de que debía contratar una persona a tiempo completo para cuidar a los bebés. De pronto, un comentario respecto a una película que habían visto hace mucho tiempo en uno de esos viajes que mantenían ausente a John, hizo que Marlen estallara en una carcajada.
―Pero te acuerdas que te dije que eso iba a suceder… Es imposible que no te dieras cuenta desde el principio. ―Peter también se unía a la risa fresca de Marlen. Era increíble ver cómo se apretaba la panza mientras reía fuerte, agitaba su cabello y cómo ojos derramaban, por primera vez en mucho tiempo, lágrimas de alegría.
Pero ese instante de gloria no duró mucho ni para ella ni para Peter. Marlen miró al suelo, no quería levantar la vista y encontrarse con la expresión de Peter, que seguramente estaba tan contento como lo estaba ella hacía un par de segundos.
No. No podía reír, no podía reír si él ya no estaba. No podía mostrarse feliz como si la vida no le hubiese quitado lo que tanto amaba. No era justo que ella riera y él haya sufrido tanto. Era una mala madre y una muy mala esposa, porque además, estaba riendo con otro hombre.
―Deja… deja ahí, Peter… Yo me encargo. Muchas gracias por…
Peter no la dejó continuar. Tenía que ayudarla, dejarle ver que estaba equivocando el camino, que ella podía volver a ser feliz, que eso era lo que John hubiese querido.
―¿Por qué eres tan injusta contigo?
―Tú… Tú no tienes idea ―dijo en un murmullo―. Yo no puedo hacer como si nada hubiese pasado.
―Tú tienes que seguir adelante. Tienes que volver a sonreír sin culpas. Los niños merecen ver a su madre feliz. Hace un momento, volviste a reír… Déjame seguir haciéndolo, seguir demostrándote que puedes volver a sonreír, Marlen.
―¿Y quién te dijo a ti que yo quiero hacerlo? John no está aquí, Peter. No verá a sus hijos crecer y yo… Yo tengo que cuidar de ellos como lo hubiese hecho John. Y no tengo que olvidarme de que John…
―…De que John también quería que fueras feliz. Vivió para hacerte feliz, no dejes que ahora que está muerto, no pueda continuar con su objetivo. Tú tienes la decisión en tus manos, tú decides.
―Bien, yo decido que por favor… No me vuelvas a…
―¿Hacer reír? Por Dios, Marlen… Era una tontera que dije y te hizo reír. No te sientas culpable por encontrar algo divertido.
―Me siento culpable por reír sin que él esté aquí acompañando mi risa. Me siento culpable por parecer que estoy olvidando lo triste que debo estar porque él se ha ido.
―Eso no es justo para ti. No es justo que te responsabilices por eso… ―Peter le acarició el hombro y ella siguió hablando sin darle importancia a esa caricia.
―Tampoco era justo que se fuera… No así, no tan pronto… ―Pestañó para dejar caer lágrimas que se habían agolpado en sus ojos. Peter la vio tan frágil que quiso abrazarla, y lo hizo. Ella no se resistió, también necesitaba un abrazo. En silencio, él acarició su cabello y ella cerró los ojos. A medida que Peter se fue separando de su abrazo, fue acercando sus labios a su frente. Se detuvo en el momento exacto en que ella abrió los ojos y le rogó que se fuera.

Durante la semana, Peter volvió a tomar distancia. No quería incomodarla, no quería invadirla porque sabía que si lo hacía, ella se encerraría en sí misma. Entonces, hizo algo que nunca había hecho, le presentó a una de sus amigas. Quizás compartir con otras personas le haría bien.
―Ella es Kim ―le dijo el día que se reunieron para comprar lo necesario para los gemelos.
―Hola, Kim. Mucho gusto. ―Sonrió sincera y luego le susurró a Peter―. Lástima que John no está aquí para ver esto, todo un acontecimiento.
Él solo rio y tomó la mano de su conquista.
―¿Conseguiste niñera? ―preguntó a la vez que veía a los niños durmiendo en sus coches.
―No, aún no. Por cierto, fui a devolver las sillas esta mañana y les compré unas nuevas.
―Genial… ¿No tuviste problemas?
―La verdad, sí, unos cuantos, pero ya aprendí. ―Hizo una pequeña mueca divertida y continuó caminando hacia la entrada del centro comercial.
Compró todo cuanto requerían y la opinión de Kim, quien ya tenía una hija, fue de gran ayuda. Comieron en un lugar cercano y entre conversación y conversación, Kim le ofreció el contacto de una persona que podría ayudarle con la casa y los niños.

Ese día estaba en la planta baja de la casa jugando con sus bebés cuando el timbre sonó. Abrió la puerta y en cuanto la vio, supo que ella era la indicada. No tenía explicación, pero fue una conexión demasiado fuerte como para obviarla. Le tomó la mano y la dejó entrar.
―Adelante, tú debes ser…
―Sara. Mucho gusto. ―La joven le estrechó la mano.
―Asiento por favor… Dime, Sara, ¿cuántos años tienes?
―Veintinueve, pero tengo vasta experiencia en los cuidados de niños y los de una casa.
Marlen le explicó más o menos lo que necesitaba. La quería a tiempo completo pero la casa no poseía otra habitación, por lo que se tuvo que conformar con tenerla ocho horas diarias.
―Bien… ¿cuándo puedes empezar?
Sara sonrió y propuso:
―¿Ahora mismo?
―Si es así… te lo agradecería. ¡Necesito dormir!
―Son muy lindos sus bebés ―comentó observándolos.
―Son igual al padre… Mira… ―Marlen abrió un cajón y buscó entre algunas fotos―. Fíjate.
En una fotografía, salía John de pequeño, y era cierto, los gemelos eran idénticos a él.
―Debe estar muy contento… ―concluyó Sara.
―Sin dudas… ―Marlen cerró sus ojos y lo imaginó orgulloso con los bebés entre sus brazos.
―¿Él…?
Marlen no quería hablar del tema tan pronto pero tampoco podía ocultarle a Sara, quien pasaría gran parte del día con sus hijos y con ella, que John ya no estaba ni estaría.
Le contó brevemente lo sucedido e Sara sintió el dolor en cada palabra que Marlen le revelaba. Finalmente optó por no decir nada, sino que simplemente la abrazó.
―Gracias… ―murmuró Marlen.
―¿Por qué? ―preguntó confundida.
―Porque odio que digan esa cosas que se dicen siempre cuando saben que el otro ha perdido a un ser querido… Ya sabes «lo siento tanto». Cuando en verdad no lo sienten. ―Se encogió de hombros y apretó las manos de Sara―. Gracias.

La relación entre Sara y Marlen se fue haciendo cada vez más estrecha, y el cuidado de los niños pareció menos difícil a la vez que avanzaba el tiempo.
Un día en que uno de los bebés se enfermó e Sara estaba con su día libre, a Marlen no le quedó más remedio que volver a molestar a Peter.
―Lo siento, sé que es tardísimo pero es que…
―¿Le pasó algo a los niños?
―Mark está con fiebre y no deja de llorar. Intenté llamar al pediatra pero no me contesta.
―Buscaré a otro, no es conveniente que lo lleves a un hospital. Se puede contagiar con algo peor.
―Peter… Yo… Perdón por tantas molestias.
―No es nada, Marlen. Tú y los niños son mi prioridad.
Media hora después, un pediatra junto a Peter, entraba en la casa de los Hamilton.
―Muchas gracias por venir. ―Abrió apresurada―. Están arriba.
El médico revisó a ambos niños. Un virus comenzó a afectar a Mark y amenazaba con hacerlo también con John. Ya casi tenían dos meses de nacidos y su sistema inmunológico estaba siendo afectado.
―Peter… dime que están bien ―decía entre lágrimas Marlen, aferrándose a su regazo.
―Sí, tranquila. El doctor sabrá qué hacer.
―Es una infección estomacal viral y debe seguir su curso, sin embargo, de igual forma te dejaré algo para la fiebre.
Luego de una hora, el médico se retiró y los niños pudieron dormir plácidamente. Pero Marlen, no pudo hacerlo y Peter se quedó a hacerle compañía.
―Si quieres irte, por mí no hay problema.
―No quiero irme. Ven acá. ―La abrazó y sentados en el sillón se quedaron en silencio.

A la mañana siguiente, cuando Sara entró a la casa, encontró a Peter y a Marlen abrazados durmiendo en el sillón de la sala. No quiso hacer ruido y subió las escaleras con cuidado para dirigirse a la habitación que ahora ocupaban los gemelos. Estaban despiertos, pero no hacían ruido, se les veía decaídos. Miró la mesita que había cerca de las cunas y encontró una orden médica.
―Pobrecitos… ―susurró y los cobijó.
Bajó despacio por las escaleras y caminó hasta la cocina para preparar el desayuno. En cuanto lo tuvo listo, lo dejó sobre la mesa del café de la sala en la cual dormían Peter y Marlen.
―Hola, Sara. ―La voz de Peter la sobresaltó―. Lo siento, no quise asustarte ―susurró.
―¿Necesita que le sirva el café? ―preguntó con el termo en la mano.
―No, no te preocupes, esperaré a que Marlen despierte.
Sara solo asintió y volvió a subir las escaleras para quedarse con los niños.
Mientras tanto, en la sala, Marlen comenzó a despertar. Abrió los ojos y el olor de Peter se le coló por las fosas nasales. Sintió además el calor de su mano sobre su hombro, y sentirse protegida en brazos ajenos, otra vez la puso alerta, sin embargo, estaba tan agotada, que dejó de luchar.
―Sara nos preparó el desayuno ―dijo a modo de saludo sin soltarla.
―Eso es lo que tan bien huele. ―Miró hacia la mesita y descubrió que el café aún no estaba servido como para oler tan bien―. Deben ser las tostadas.
Se inclinó un poco para tomar una y la mordió con ganas. Pero entonces, al recordar a sus bebés, se levantó de prisa, dejó nuevamente la tostada en la mesa y corrió escaleras arriba.
―Shh… Se han vuelto a dormir. ―Sonrió Sara.
―Gracias. ―Marlen peinó con su mano su cabello y luego mencionó―: Tengo que darles su medicina.
―Ya lo hice, no se preocupe. Aproveche de descansar.
No le quedó más que sonreír agradecida. La ayuda de Sara era increíble.
Se fue a su habitación y se duchó tranquilamente, cuando salió y bajó las escaleras, Peter aún seguía allí y sin probar bocado.
―¿No desayunaste?
―Te estaba esperando.
Se sentó a su lado y comenzó a comer. Sirvió un poco de agua caliente en ambas tazas y compartieron un café.
―¿Qué tal Sara? ―preguntó para sacarle alguna palabra.
―Muy bien, ya viste lo atenta que es. ―Señaló la bandeja―. Y también ya les dio la medicina a los niños. Están tan decaídos ―dijo haciendo una mueca de dolor.
―Van a estar bien. ―Apretó con fuerzas su mano y no apartó la vista de los ojos de Marlen.
―¿Qué tal las cosas con Kim? ―carraspeó y preguntó para que dejara de mirarla así.
―Bien, somos amigos… Ya sabes. ―Guiñó un ojo y ella en realidad, no sabía a qué se refería.
―¿Amigos? Pensé que era alguna…
―Nada formal, Marlen. Lo pasamos bien, punto.
―Nunca has querido comprometerte ―concluyó a la vez que devoraba una tostada.
―Porque aún no encuentro…
―¿A la indicada? ―Malen sonrió―. ¡Vamos! Nunca encuentras a la indicada, nunca conoces a la indicada… Eso es una tontería.
―John era tu indicado. ¿Por qué yo no puedo encontrar a la mía? Quizás algún día ame como John te amó a ti y tal vez encuentre a esa persona que me ame tanto como tú amaste a John.
Marlen se quedó en silencio y suspiró.
―¿Crees que él quisiera que yo…? ―No supo por qué hizo esa pregunta, en realidad se arrepentía de haberla formulado y expresado abiertamente a Peter.
―¿Te vuelvas a enamorar? Él quisiera que fueras feliz, de eso no tengo dudas.
―A veces me siento culpable. ―Se sinceró―. No quisiera que él se decepcionara de mí por olvidar estar triste. Me refiero a que… yo no debería mostrarme contenta.
―¿Por qué no? ―Quiso saber.
―Porque se supone que he perdido algo muy importante en mi vida, ¿cómo reír después de eso?
La entendía, entendía por el proceso que estaba pasando. Era normal sentirse culpable pero en algún minuto tendría que volver a vivir.
―Dejando que suceda, supongo. ―Se encogió de hombros―. Viviendo un día a la vez y si hoy te apetece reír, no seré yo quien te juzgue.
―Yo soy quien lo hace, y a veces puedo ser muy cruel conmigo misma.
―¿Sabes qué podemos hacer? Ofrecerle cada risa a John, es como decirle: «de seguro te estarías riendo, así que riamos.»
―Me gustaría ir a verlo. ―Sentenció sin prestar mucha atención a la solución que Peter le daba. No era así, no tan fácil.
―Cuando quieras vamos.
―No… Quiero ir sola.
―De acuerdo.
Marlen seguía viviendo un proceso en el cual iba quemando etapas. Había pasado desde la desesperación a la tristeza y de la tristeza a la impotencia. Luego, sus hijos llenaron todo, sin embargo, Marlen, como mujer, se sentía culpable. Culpable por reír, por sentir y por plantearse seguir viviendo como si el mundo para ella no se hubiese detenido nunca.




24 comentarios:

  1. Cada dia me entusiasmo mas con esta historia! Un capitulo lleno de sentimientos. Difícil pero la vida sigue. Me gusto mucho y quiero mas!!!

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  2. Lindo capítulo.....nos sigue enganchando .....será que peter es el futuro de Marlen!!!!!!!

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  3. Que ganas de seguír leyendo que esperamos hasta el sábado o nos vas hacer esperar hasta el martes que viene. Es las ganas de seguir con está historia

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    1. Durante el día les subo otro capítulo para compensar que no les puse uno el sábado.
      Y El sábado, otro :)

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  4. Ya estaba esperando este capítulo ;)

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  5. Ana Beatriz Camporeale9 de junio de 2015, 5:22

    Que linda historia. Me encantó este capítulo. Siempre escribiendo con esa simpleza que me llega al corazón. Espero ansiosa el próximo. Besitos

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  6. Hermoso como siempre!! El amor esta ahí, solo que para ella es muy difícil ver y tiene que vivir esos momentos. Aguante Peter!! Un amor!!

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  7. Bueno querida Valeria nos tienes enganchadisimas... peor que una novela mexicana... jajaja. HERMOSO CAPÍTULO como siempre te luces.. el siguiente mas larguito.. yaaa?????

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    1. Jajaj este es el más largo de todos!! De igual forma dentro del día les publicaré el Capítulo 7 <3 Gracias por leer!!!

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  8. Reinteresante.enganchada totalmente.me encanta.sigue hermosa!!!!!!

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  9. Muchas gracias por leerlo, te quiero almita <3 Qué lindo que te guste!!

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  10. Lindo capi Vale, pasito a pasito <3

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    1. Gracias por leer!!! Sí, pasito a pasito vamos a ver si el otro piensas lo mismo jajaj <3

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  11. Cada vez mas bonita la historia que forma mas emotiva y sencilla de escribir...llega adentro....voy por el siguiente.....

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  12. Muchas gracias, Loli por leer! <3 <3 <3 Qué lindo que te guste

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  13. adoro esta historia por los sentimientos que me hace sentir al leerla , amo a peter y lo quiero con marlen

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